TLÖN: el asombroso mundo de Borges

Son muchos los cuentos emblemáticos de Jorge Luis Borges, en los que su narrativa alcanza los mayores logros para la lengua castellana y la literatura universal. Desde “Hombre de la esquina rosada” hasta “El libro de arena”, pasando por “Funes…”, “La casa de Asterión”, “El Aleph” o “El evangelio según Marcos”, por mencionar solo un puñado…

No obstante, hay un relato, uno en particular que ha fascinado y fascina tanto a lectores como a críticos, investigadores y hasta científicos de todo el mundo, que siguen auscultando sus entresijos. El que Sylvia Iparraguirre definió como una metáfora de metáforas, al cuestionar agudamente la realidad tal y como la concebimos.

Tlön

Que se sepa, en el Universo solo hay dos planetas habitados: la Tierra, donde los humanos deambulan la materia, y Tlön, el mundo donde la norma es continuo devenir y transformación. Un mundo de fluidez inconcebible donde “las cosas se duplican” al tiempo que “propenden asimismo a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la gente”.

“Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un anfiteatro”.

“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” aparece por primera vez en el número 68 de la revista Sur, correspondiente a mayo de 1940, entre las páginas 30 y 46. Solo meses después, ese mismo año, es incluido en Antología de la literatura fantástica, compilado por el propio Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, para la colección Laberinto del sello Sudamericana. En el prólogo a esta colección, escrito por Bioy, se califica al cuento como “fantasía metafísica”, donde “lo fantástico está, más que en los hechos, en el razonamiento”.

“Son ejercicios de incesante inteligencia y de imaginación feliz, carentes de languideces, de todo elemento humano, patético o sentimental, y destinados a lectores intelectuales, estudiosos de filosofía, casi especialistas en literatura”.

Y señala que, con este y otros relatos como “El acercamiento a Almotásim” o “Pierre Menard, autor del Quijote”, publicados años antes, “Borges ha creado un nuevo género literario, que participa del ensayo y de la ficción”.

En 1941 es incluido en el primer libro estrictamente de narraciones ficcionales de Borges, El jardín de senderos que se bifurcan, tras dos volúmenes de ambigua calificación —como advierte Bioy—: Historia universal de la infamia, de 1935, e Historia de la eternidad, de 1936. Y en 1944, finalmente, en el libro más celebrado del argentino: Ficciones, donde Borges refiere que, junto a “Examen de la obra de Herbert Quain”, configuran “notas sobre libros imaginarios”.

Como se advierte, un tema borgeano por excelencia, que el escritor continuará explorando hasta muchos años después, con “El libro de arena” o “La biblioteca de Babel”, por mencionar solo dos ejemplos.

Todo comienza con un artículo sobre Uqbar que Bioy Casares cita del volumen XXVI de The Anglo-American Cyclopaedia durante un encuentro con Borges en una quinta de Ramos Mejía. Ante el espejo que los acechaba desde el fondo del corredor, “Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”. Esa cita, sin embargo, no aparece en otras ediciones de la mencionada enciclopedia, sino solo en la de 1917, con “cuatro páginas adicionales (que) comprendían al artículo sobre Uqbar”.

El narrador nota que, según ese artículo, “la literatura de Uqbar era de carácter fantástico y que sus epopeyas y sus leyendas no se referían jamás a la realidad, sino a las dos regiones imaginarias de Mlejnas y de Tlön…” Ya en la Biblioteca Nacional, “en vano fatigamos atlas, catálogos, anuarios de sociedades geográficas, memorias de viajeros e historiadores: nadie había estado nunca en Uqbar”.

Luego, a través del azar y de “fatigas subalternas de índole policial”, se llega a A First Encyclopaedia of Tlön, en cuya “primera página y en una hoja de papel de seda que cubría una de las láminas en colores había estampado un óvalo azul con esta inscripción: Orbis Tertius”. En ese volumen improbable de 1001 páginas —tantas como las noches de Scheherezade y el sultán Shahriar (es decir, de infinitas páginas)— el narrador descubre “la historia total de un planeta desconocido, con sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus mitologías y el rumor de sus lenguas”.

“Con sus emperadores y sus mares, con sus minerales y sus pájaros y sus peces, con su álgebra y su fuego, con su controversia teológica y metafísica. Todo ello articulado, coherente, sin visible propósito doctrinal o tono paródico”.

Se trata de la obra mayor de los hombres, consistente en la “gigantesca idea” no de crear un país como Uqbar, sino un “planeta ilusorio”, un vasto “tercer mundo” y su enciclopedia de 40 volúmenes.

“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” es uno de los cuentos más fascinantes de Borges —sino el más—, en el que abreva y profundiza en su inmenso arsenal de recursos lingüísticos y literarios. A través de un planteo relativamente sencillo, pero recurriendo al cúmulo de procedimientos y artificios típicamente borgeanos, el autor exhibe un universo metafísico e idealista que también explora, pero fragmentaria o tangencialmente, en el resto de su obra narrativa.

“Tlön será un laberinto, pero es un laberinto urdido por hombres, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres”, nos advierte el narrador hacia el final del relato. Y los hombres todavía tratan de descifrarlo…

Incluso, nos encontramos ante “el cuento más ambicioso” que haya escrito, según declara el propio autor en entrevista radial con Antonio Carrizo, difundida el 25 de agosto de 1979. Larga e interesante entrevista a propósito del 80 cumpleaños del escritor, luego recopilada en el libro Borges el memorioso, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1982.

“Ese cuento lo escribí en Adrogué, recuerdo yo; en el hotel de Adrogué, en Las Delicias. Es quizá el cuento más ambicioso mío. Es la idea de la realidad transformada por un libro. Pero una vez que yo escribí ese cuento, me sentí muy vanidoso en la idea de un libro que transforma toda la realidad y todo el pasado, me di cuenta de que eso había ocurrido siempre. Porque al fin de todo, nosotros somos obra de la Biblia y de los Diálogos platónicos”.

 

1 comentario

  1. […] “Tlön, Uqbar, Orbis Tertis”, Jorge Luis Borges refiere al onceno tomo de la Primera Enciclopedia de Tlön, rareza apócrifa de […]

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