Para quienes tenemos 50 o más años, la televisión ha sido un medio central en nuestra educación cultural, junto a los libros, los discos de vinilo y el cine.
Al menos en lo que a mí respecta, las series y los ciclos de películas televisadas, en general de clase B pero con varias excepciones de clase A, eran la primera opción de entretenimiento. Precedida habitualmente por discos de rock o música pop durante el día y seguidos por algún libro más o menos clásico en la cama y hasta bien entrada la madrugada.
Soy, como muchos, de una de las generaciones que han tenido a ese aparato, con imágenes en blanco y negro —cuando internet era solo conjetura—, como fuente de cultura audiovisual.
Y continuando con las autorreferencias, recuerdo las noches de mi niñez mirando La dimensión desconocida, cuando mis padres me lo permitían, pero tapando mis ojos en los segundos previos al desenlace de cada capítulo.
Tan aterrador me parecía el programa cuando todavía no había ingresado a la pubertad… Tampoco sabía que quien estaba detrás de aquella perturbadora genialidad era un tal Rod Serling.
En este informe especial abordamos genio y figura de este escritor y productor que supo, como ninguno antes ni después, concentrar en media hora una historia original y conmovedora, en ocasiones aterradora. Pequeños relatos para las cuales acudía a la ciencia ficción, el terror y la fantasía, teniendo a la metáfora y a la sátira social como herramientas esenciales de su brillante creatividad.
Salvando las distancias, como un Borges de la televisión en blanco y negro… Porque, casi sin dudarlo, se puede afirmar que el tal Serling hubiera sido un magnífico cuentista.
Rod Serling y la televisión
Rodman Edward Serling nació en Siracusa, estado de Nueva York, el 25 de diciembre de 1924. “Fui un presente de Navidad sin ningún envoltorio”, diría mucho más tarde sobre su natalicio.
Pasó la infancia en Binghamton, pequeño pueblo al norte de Nueva York: era extrovertido y popular, cuya imaginación se alimentaba de la vida familiar, los juegos en la calle y las películas que veía en el cine con su hermano Bob.

Tras graduarse en la secundaria, se enlistó en la 11º División Aerotransportada, siendo destinado al Pacífico como parte de un comando que combatió en las Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial.
La guerra fue clave para que se convirtiera en escritor, sobre todo al ser seriamente herido en el frente, haciéndolo cambiar la perspectiva desde la cual observaba a la humanidad. Una sensación de resentimiento contra el mundo y los hombres para la que necesitó una catarsis. “Pienso que me convertí en escritor para desahogarme”, dirá en una entrevista. “La guerra me hizo apreciar la importancia de contar historias que reflejaran nuestra naturaleza y que nos ayudaran a reflexionar sobre el mundo que habitamos”, añadirá.
Terminada la guerra, entre 1948 y 1949 escribió libretos radiales, en los cuales confesó haber copiado el estilo de Ernest Hemingway, quien ya había publicado algunas de sus mejores novelas.
En la década de 1950 comenzó a escribir guiones para la televisión, acentuando el estilo Hemingway y a los que calificó como “material bellamente deficiente… El estilo algunas veces lo desarrollamos copiando el estilo de algún otro que escribe bien. Por un rato estamos haciendo una imitación barata. Yo mismo fui un imitador de Hemingway. Todo lo que escribía comenzaba con ‘fue cálido’”, dirá.
Su primer éxito de público y crítica le llegará con Patterns (o Patrones), obra de su autoría que se transmitió en vivo el 12 de enero de 1955 por la señal NBC, como parte de la serie Kraft Television Theatre. Debido a su popularidad, se volvió a representar el 9 de febrero de 1955 y le valió a Serling el primero de los seis Emmys que acumuló a lo largo de su carrera.
“Nada en meses ha entusiasmado tanto a la industria de la televisión como la producción de Patterns, obra original de Rod Serling”, que “se mantendrá como uno de los puntos culminantes en la evolución del medio televisivo”, reseñó The New York Times.
El segundo Emmy, así como el premio Peabody a su labor como guionista, lo ganará al año siguiente con Requiem for a Heavyweight (o Réquiem para un peso pesado), protagonizado por Jack Palance y emitido en vivo el 11 de octubre de 1956 por la cadena CBS. Este drama de Serling tendrá un largo recorrido en la televisión de varios países, como en la británica, protagonizada por Sean Connery; y en 1985 tendrá también su versión en Broadway.

Pero quizá la versión más recordada es la del filme del mismo nombre, estrenado en 1962 y estelarizado por Anthony Quinn, Jackie Gleason y Mickey Rooney, hoy en la lista de las mejores películas de boxeo de la historia del cine.
El mundo de los negocios y hasta el de la corrupción en el sindicalismo estadounidense, fueron temas que abordó con una prosa hiperrealista y, en ocasiones, hasta sucia. Por esa razón, en los 50 tuvo que luchar casi infructuosamente con la industria de la televisión para preservar su independencia y originalidad, con obras que exhibían la versatilidad y talento de Serling.
De hecho, la CBS acabó corrigiendo sus guiones sobre linchamientos en el sur de los Estados Unidos, titulado A Town Has Turned to Dust (o Una ciudad convertida en polvo), transmitido el 19 de junio de 1958.
Y otro sobre la corrupción en un sindicato, llamado The Rank and File, transmitido el 28 de mayo de 1959 por esa cadena; ambos en el marco de la serie de películas para TV titulada Playhouse 90.
Contra la censura
Cansado de luchar contra la censura que le imponían los ejecutivos de la televisión, Serling decidió virar del realismo a la ficción más acentuada. “La televisión no siempre estaba lista para abordar temas profundos y controvertidos. Pero como escritor, sentí la necesidad de expresar mi punto de vista y provocar reflexiones en la audiencia”, declarará más tarde.
De modo que, gracias a su exitosa trayectoria en la pantalla chica hasta entonces, desde 1959 pudo materializar el proyecto que le daría fama universal: The Twilight Zone. Serie de antología que revolucionó la televisión, a través de la ciencia ficción, la fantasía, el terror y la sátira social, cautivó a millones de televidentes alrededor del mundo con sus sorprendentes giros narrativos.

Más de seis décadas antes de que Guillermo del Toro fascinara a las nuevas generaciones con su gabinete de curiosidades, Serling nos deleitaba y espantaba con La dimensión desconocida, La quinta dimensión o En los límites de la realidad, títulos con que se la conoció en países de América y en España.
Si bien concibió y escribió la gran mayoría de los capítulos, el gran Serling supo rodearse de los talentos de su época para completar su magna obra televisiva y, en muchos aspectos, cultural.
Ray Bradbury, quien ya había publicado las Crónicas marcianas (en 1950), El hombre ilustrado (en 1951), Las doradas manzanas del Sol (en 1953), El país de octubre (en 1955) y Remedio para melancólicos (en 1959), escribió algunos episodios.
Richard Matheson, que entonces ya había dado a conocer algunas de sus obras maestras, como Soy leyenda (en 1954) y El hombre menguante (en 1956), hizo lo propio.
Siempre bajo la dirección de Serling, también se encapsularon en media hora relatos de autores como Charles Beaumont, Ambrose Bierce, Lewis Padgett, Jerome Bixby y Damon Knight.
La dimensión desconocida
La dimensión desconocida se convirtió en un éxito instantáneo, tanto en los Estados Unidos como en países del resto de América y Europa, ganando varios premios Emmy y Hugo.
A través de sus episodios y utilizando la sátira y la metáfora, Rod Serling exploró temas profundos e inherentes a la naturaleza humana, con guiones audaces y provocativos. Géneros como la ciencia ficción, el terror y la fantasía, le permitieron eludir la censura y profundizar en temas como la paranoia, la guerra, la alienación y la justicia social.
La serie desafió las convenciones televisivas de su época, ya que encontró formas ingeniosas de transmitir mensajes utilizando metáforas y alegorías que evadían la censura. Con su inconfundible estilo y tono para darle su voz distintiva a las historias que presentaba, las famosas introducciones en cada episodio acabaron por convertirse en parte de la cultura popular.

Mucho de lo que hoy vemos en cines y plataformas de streaming, incluso de lo que leemos, está inspirado por historias que volcó en sus programas el guionista y productor o algunos de los colaboradores que supieron rodearlo.
Con su mente creativa y su habilidad para narrar historias impactantes, Serling dejó una huella imborrable en el mundo del entretenimiento y de la cultura. No es casualidad que sus más famosas producciones, La dimensión desconocida y La galería nocturna, aparezcan todavía hoy en las listas de mejores series antológicas de la historia.
Logro considerable teniendo en cuenta que la época actual podría calificarse como el reino de las series, la más prolífica en cuanto a programas seriados de ficción, gracias a plataformas como Netflix, HBO y Amazon, entre otras.
Rod Serling, el cine y la TV
Aunque The Twilight Zone llegó a su fin en 1964, Rod Serling continuó escribiendo y trabajando en proyectos audiovisuales significativos. Como su colaboración en el guion de El planeta de los simios, película de 1968 que se convirtió en un éxito de taquilla y una obra maestra del género de ciencia ficción.
En 1970, presentó una nueva serie llamada Night Gallery (o La galería nocturna), que se centró en historias sobrenaturales y macabras presentadas también en formato antológico. Su nueva serie se transmitió desde el 16 de diciembre de 1970 hasta el 27 de mayo de 1973, abarcando tres temperadas y 43 episodios que Serling escribió mientras enseñaba escritura de guiones en Ithaca College.

Rod Serling falleció en Nueva York el 28 de junio de 1975. Tenía solo 50 años y una larga carrera por detrás, habiendo escrito más de 250 guiones y ganado seis premios Emmy. Su influencia y legado todavía perduran entre escritores y cineastas que han reconocido su impacto en el mundo de la narración y la creación de mundos imaginarios.
Es que tenía la habilidad única de transmitir mensajes poderosos a través de la narrativa fantástica, invitando al espectador a cuestionar su propia existencia y a reflexionar sobre temas universales. Su enfoque temático sigue siendo referencia y fuente de inspiración para aquellos que buscan desafiar los límites y profundizar en los aspectos más profundos de la naturaleza humana.
Tal vez por ello enfrentó desafíos significativos, como la censura y las limitaciones impuestas por los ejecutivos de las televisoras, que a menudo frustraban sus intentos de abordar temas controvertidos.
En definitiva, Rod Serling fue un visionario que trascendió las fronteras del entretenimiento, escribiendo y presentando historias breves y cautivadoras, cargadas de relevancia, intemporalidad e impacto cultural.