La editorial Anagrama tenía previsto lanzar en marzo pasado El odio, libro de Luisgé Martín que narra los crímenes cometidos el 8 de octubre de 2011, en la finca de Las Quemadillas, de Córdoba (Andalucía): en aquella ocasión y en aquel lugar, José Bretón asesinó a sus hijos Ruth y José, de 2 y 6 años, y los restos calcinados fueron hallados en el mismo lugar tras permanecer “desaparecidos”.
El asesino ejecutó los asesinatos solo un mes después de que su pareja, Ruth, le comunicase su intención de separarse, y fue condenado en junio de 2013 por el doble asesinato, con agravantes por parentesco, premeditación y el carácter despiadado demostrado en la ejecución de los hechos, siendo recluido en la cárcel de máxima seguridad de Herrera de la Mancha, donde cumple una condena reducida de 25 años de prisión.

Fue en prisión que Martín mantuvo una profusa correspondencia con el condenado y le realizó una larga entrevista, ofreciendo un relato en primera persona de aquellos terribles hechos.
Pero al enterarse de la inminente publicación del libro, Ruth Ortiz, exesposa del asesino y madre de las dos víctimas menores de edad, solicitó un amparo ante la Fiscalía de Córdoba, suponiendo un conflicto entre dos derechos consagrados en España y en todo o casi todo el mundo: al honor, a la intimidad y a la propia imagen, aplicado a la madre y a sus hijos, y a la libertad de información y expresión, reclamado por el autor y sus editores.
El Juzgado de Primera Instancia 39 de Barcelona se pronunció sobre la cuestión, al inclinarse por priorizar el segundo de los derechos, considerando que no podría censurar lo que todavía no ha tomado estado público. Sin embargo, las polémicas no se detuvieron y la opinión pública se pronunció mayoritariamente contra la edición de El odio.
De manera que, en las últimas horas, mediante un comunicado Anagrama anunció que renunciaba definitivamente a su lanzamiento con “la extinción del contrato de edición para la publicación y distribución de El odio. Tras la finalización de la relación contractual, todos los derechos de la obra, cedidos en su día a la editorial, vuelven a ser propiedad del autor”.

“Desde su fundación en 1969, Anagrama ha apostado por una literatura que invita a la reflexión y al debate tanto en el ámbito ético como en el social. En este contexto, la editorial cree que, en una sociedad democrática, debe existir un equilibrio entre la libertad creativa como derecho fundamental y otros principios morales. Por ello, considera que las obras que se inspiran en hechos reales requieren de una dosis doble de respeto y sensibilidad”, concluye la declaración emitida el jueves último.